Jesucristo resucitado nos abre el entendimiento para comprender las escrituras
Citas:
1ª lectura: Hechos de los Apóstoles 3,13-15.17-19.
Salmo: 4 Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
2ª lectura: 1ª carta de San Juan 2,1-5a.
Evangelio: Lucas 24,35-48.
Comentario: Se habla mucho del problema del mal y de la muerte y a muchas personas se les hace difícil creer que pueda existir un Dios de infinita bondad del que haya brotado la vida, en un mundo donde el mal parece tener tanto poder ¿Cómo puede quedar pasivo ante tantas desgracias y tragedias propias de nuestra naturaleza y condición? ¿Cómo puede permitir tantos abusos morales, crímenes, atropellos… cometidos muchas veces por quienes incluso dicen hacerlo en su nombre? Es difícil obtener una respuesta lógica a estas cuestiones si no la encontramos, desde la fe, en el rostro humano del “Dios crucificado” que, respetando las leyes naturales y la libertad de los seres humanos, se entrega, sufre con nosotros y se solidariza para abrir nuestra existencia dolorosa a una vida mejor y definitiva.
Quién únicamente ve el mal en nuestra existencia, no puede gustar la alegría del bien que se encierra en la vida misma, y difícilmente podrá llegar a ser creyente. Sólo quien es capaz de captar desde la fe; la misericordia, la generosidad la ternura, la amistad, la belleza, la creatividad, y el amor, que nos vienen de Dios y que como seres vivos podemos dar a los demás, puede intuir el misterio de ese bien supremo y abrirse confiadamente al Creador de la vida. Pero hay muchas maneras de obstaculizar la verdadera fe: Desde el fanatismo de unas creencias cerradas sustentadas en el poder y la arrogancia. Desde el escepticismo de quienes ni buscan ni se interrogan el porqué del origen de la vida ni de su propia existencia. De quienes viven indiferentes ante los acontecimientos de los que le rodean y de la historia viviendo desde el pragmatismo y su egoísmo hedonista… En todas estas actitudes falta lo esencial de la fe cristiana; la comunión y el encuentro personal con Jesucristo Resucitado. La experiencia de caminar por esta vida acompañados por alguien que ya ha pasado por todo, incluso por la muerte, que sigue vivo y con quien podemos contar siempre confiando en su amor verdadero. Únicamente él nos puede hacer vivir, amar y esperar de los demás y de Dios a pesar de nuestra fragilidad, de nuestros errores y fracasos, de nuestro egoísmo.
La Resurrección de Jesucristo es la primera que se da de entre tantas víctimas de nuestra historia; no podía ser de otra manera habiendo hecho y dicho todo lo que se nos comenta en el Evangelio. Son muchas las personas que siguen sufriendo maltratadas injustamente por los demás y por la vida. Él vino como Palabra de Dios a decirnos como deberíamos actuar, en él se nos revela el Dios de bondad y de la vida como el libertador de todas las personas que sufren, para hacer justicia entre los seres humanos. Los cristianos hemos de saber que Dios es quien tiene la última palabra en todo y está siempre incondicional para defendernos contra todo mal y todo poder que oprime, mata y deshumaniza. Nuestra victoria final consiste en actuar como Jesucristo; haciendo todo el bien posible con la esperanza puesta en la justicia y el perdón de ese Dios Padre de todos que nos resucita.
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