11/06/2023: Solemnidad del Santísimo Cuerpo de Cristo. Día y colecta de la Caridad.
Compartir la vida.
Citas:
1ª lectura: Deuteronomio 8,2-3.14b-16a.
Salmo: 147 Glorifica al Señor, Jerusalén.
2ª lectura: 1ª Corintios 10,16-17.
Evangelio: Juan 6,51-58.
Comentario: El ser humano necesita comer y beber para subsistir; este simple hecho que no se valora en las sociedades satisfechas del bienestar, revela que el ser humano no se fundamenta en sí mismo, sino que vive recibiendo la vida a través de la naturaleza y de otros seres vivos. El pan siempre ha sido símbolo elocuente de lo que significa para la persona tener sus necesidades cubiertas y requiere, al igual que el vino, de un trabajo y esfuerzo para obtenerlos: cultivar, sembrar, abonar la tierra, recolectar… Todo ello nos recuerda que el mundo y nosotros mismos somos un don surgido de las manos de un Creador y Dador de vida. Que la vida se transmite de unos seres vivos a otros; que es también fruto de la entrega, la dedicación y el trabajo de los seres humanos; que supone nuestro esfuerzo solidario y que para vivir más y mejor hemos de saber compartir.
Desde nuestros orígenes nos hemos visto envueltos en dificultades; problemas reales y dolorosos de injusticias, esclavitudes, egoísmos y tentaciones ante las cuales surgen muchas preguntas. Nuestro problema es saber conjugar esa realidad histórica con la respuesta que no ha dejado nunca de ofrecernos la Palabra de un Dios que nos ha hablado en todos los tiempos y que nos ofrece una solución sabia, creíble y válida a nuestras necesidades y urgencias más existenciales y profundas en cada momento. Olvidarnos del creador de la vida es romper con la vida misma y con el amor que la mantiene y querer construir nuestra historia al margen de sus acciones benéficas y salvadoras basadas en la entrega mutua y amorosa de unos a los otros. Es no entender la provisión que el mismo Dios nos hace a través de la propia creación y la naturaleza, de cómo ante las dificultades, el hambre y la sed, no sólo provee el maná como sustento y ese agua de los que nos habla el Profeta Moisés, sino que nos enseña a vivir desde las palabras que salen de su boca. Desde la esperanza en su poder, hemos de confiar en que, a pesar de nuestras dificultades, egoísmos, errores, debilidades… podemos llevar adelante su proyecto de comunidad fraterna para todos desde la comunión eucarística.
La Eucaristía instituida por Jesucristo es el signo y la causa más fuerte de nuestra unidad con los demás y con Dios, pues nos permite formar un sólo cuerpo, con Cristo como cabeza, porque todos comemos del mismo pan. Cada cual, desde su singularidad debe descubrir que hay que vivir en comunión con el resto para el bien de todos.
Jesucristo es el verdadero y único pan vivificante que nos trae la sabiduría y el amor de Dios y el único vino que apaga la sed del ser humano; de justicia, paz y amor verdaderos; el alimento para la vida eterna. La Eucaristía es por ello esa oferta gratuita de Dios a las personas que nos garantiza una vida mejor, más feliz y eterna, dotada con la fuerza del Espíritu Santo para hacer el bien entregándonos a los demás, favoreciendo: la acogida, la cercanía, la convivencia, la comunidad y la solidaridad fraterna desde el amor, abriéndonos a la intimidad con los demás y con Dios.
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