Comentario: la vida, sobre todo la de las personas, tiene un valor incalculable; superior a normas, ritos, ideologías o creencias de cualquier tipo. Si esas normas, ritos e ideologías no favorecen auténticamente a todas las personas no sirven ni valen para nada. Entender esto debe ser la verdadera actitud profética del creyente en el Dios de la vida y de los creyentes en el mundo. Todo lo que decimos, creemos, hacemos… a todo lo que recurrimos ideológicamente, si no sirve para promover la vida y el bien común de los seres humanos: la paz, la justicia, la verdad, los derechos de todos y la permanencia de la vida en general; pierde el sentido real de servir para la existencia y no tiene ningún valor para la vida humana.
No comprendemos del todo que somos totalmente dependientes de la naturaleza y de la vida creada y que la vida es un don de Dios que desde esa naturaleza él nos ha regalado. Somos seres vivos que vivimos gracias a Dios y a los otros seres vivos. Nuestra misión es existir protegiendo nuestras vidas y las de los demás, sobrellevándonos mutuamente por amor; un amor que no puede darse entre nosotros si no experimentamos antes esa donación gratuita de Dios y su amor como Padre demostrado por Jesucristo para reconducir nuestras vidas y nuestra existencia.
Sobrellevarnos mutuamente para convivir en paz sólo es posible desde la pureza de la fe en Jesús Nazareno, vivo en medio de la comunidad. La paz no es posible sin la justicia, la verdad y la unidad desde la diversidad y todo ello no puede ser sin nuestra respuesta personal de amor al otro, diferente a mí, reconducida desde nuestra humildad y entrega por la misericordia del Dios de la vida.
Dios ha venido actuando en la Historia para que se produzca el origen y desarrollo de la vida y en orden a la vida humana; nuestra misión es colaborar en ello con él. Jesucristo siempre se nos muestra, por sus palabras y obras, como ese pan fuente de verdadera vida que viene de Dios y que hemos de saber comulgar y compartir. Ofrecer gestos convincentes de solidaridad y comunión mutua, compartiendo vida y bienes es lo que nos puede llevar a la realización personal para darle sentido a nuestra existencia, a la salvación y a la apertura a una vida más feliz y eterna en la totalidad de Dios.
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